El color de la ciudad evocaba las canciones de Edith Piaf incluso aunque le faltasen tres años para nacer. Todo era de ensueño.
Estuve viviendo un tiempo de diván en diván por Montmartre, los músicos aclamaban mis ideas empujables y las incluían en sus melodías de acordeón y trompeta, de piano arañado. Vivíamos entre ronroneos La Pre-Bohème.
Solía ir a beber un plato cálido de leche a la puerta trasera de La Crêperie C'est ne pas cannelle, en una de las calles que subía desde el Moulin de la Galette.
Aquel lugar lo regentaban dos socios: un francés y un japonés recién llegado a Europa que traía consigo las ideas revolucionarias de hacer crêpes salados. Junto a él siempre merodeaba por la cocina una belleza de orejas puntiagudas tricolor: Nekosine.
Nunca olvidaré la cadencia de sus pasos y el estilo de sus saltos, sus bigotes suaves... nunca olvidaré eso ni el legado olfativo y palatal que me cedió. Nekosine vivía por y para l'épicerie fine, lo delikatessen.
Tuvimos un desafortunado romance entre los fogones de la Crêperie, antes de que ella se desterrase al Pigalle a vender su cuerpo para comer únicamente las delicias más exquisitas del país. Pero eso es otra historia.
En uno de esos días, mientras me preparaba a lametazos y garras su crêpe estrella, se puso a buscar por todas partes. No encontraba el pimiento. "Le poivron, mon amour!", me exclamó. Yo le señalé con la cabeza dónde estaban colgados los pimientos.
Ella se acercó y olió uno. Me miró dulcemente y me preguntó: "¿sabes a qué huele el pimiento?"
Yo, de mente racional y científica, le contesté: "A metoxi-2-isobutil-3-pirazina".
Soltó una carcajada y entonces me lo reveló... "el pimiento huele a pimiento".
Conmovedor. Gracias Gatico, por compartir con nosotros tus vivencias. Nos engrandeces.
ResponderEliminarYo tengo una gatica en celo. Ahora todos los gaticos están estresados. He probado con Tiger Lillies, Bach, John Cage y un amplio surtido de pastelicos de canela, pero nada me está dando resultado. Todo el entorno está tenso, nervioso y sudoroso. Ahora la cuestión es que me está afectando a mi también y mi sonrisa se torna vertical, horizontal y en eskorzo. Supongo que tendré que probar el sexo explícito y no explicarlo nunca. Voy a dejar de leer a Pedro Juan Gutierrez y follar hasta la eternidad. Los gaticos y las gaticas.
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